LECHUGA:



Los antiguos romanos tenían la costumbre de comer lechuga por la noche, para favorecer el sueño después de una copiosa cena. En la actualidad se recomienda sustituir la cena abundante por una ensalada de lechuga. A pocos nos agrada pero tal vez después de conocer sus beneficios, nos guste un poco más.

La lechuga es rica en agua (94.9%). Sin embargo sorprende por aportar una cantidad relativamente alta de proteínas 1,62%, (por ejemplo la papa aporta 2,07%). 

Es muy pobre en hidratos de carbono y grasas. Lo cual explica su bajo aporte energético y la hace muy recomendable para cenar, como antes mencioné. Su valor nutritivo depende de los siguientes componentes: provitamina A, vitamina B1, B2, Vitamina C  (un poco menos de la mitad que la naranja o el limón), minerales como el hierro (cantidades significativas de calcio, fósforo y magnesio), fibra vegetal (1,7%)

En forma de resumen, es ideal para trastornos digestivos, ingerirla antes de la comida tonifica el estómago y facilita la digestión. En cuánto al estreñimiento facilita el tránsito intestinal por su contenido en fibra de buena digestibilidad, lo que la hace ideal para el sobrepeso ya que produce una sensación de saciedad después de haberla comido, aporta muy pocas calorías y a la vez contribuye a reducir el nerviosismo o ansiedad.

La mejor forma de consumirla es cruda y se le puede agregar un chorrito de aceite de oliva o de uva para aderezarla  o unas gotas de limón. Las hojas verdes son mucho más nutritivas que las blancas, y como cualquier otro alimento se puede cocinar.

Lo anterior es muy interesante pero no puedes llevar una dieta solo a base de lechuga😆😆 se necesita balancear los alimentos.